6 de ag. Lectura de la Biblia: Ezequiel 24 a 27
Núm. 1: Ezequiel 24:15-27
Núm. 2: ¿En que casos permitió Dios que los israelitas participaran en guerras? (rs pág. 265 párr. 3—pág. 266 párr. 3)
Núm. 3: ¿Contra dice Ezequiel 18:20 las palabras de Éxodo 20:5?
Lectura de la Biblia: Ezequiel 24 a 27
*** w07 1/7 pág. 14 Puntos sobresalientes del libro de
Ezequiel (parte 1) ***
24:6-14. ¿Qué representa la herrumbre de la olla?
La Jerusalén sitiada se compara a una olla de boca ancha.
Su herrumbre simboliza la corrupción moral de la ciudad:
la inmundicia, la conducta relajada y el derramamiento de
sangre de los que es responsable. Es tal su inmundicia
que ni aun dejándola vacía sobre las brasas para que se
caliente al rojo vivo es posible desprender su herrumbre.
Núm. 1: Ezequiel 24:15-27
Núm. 2: ¿En que casos permitió Dios que los israelitas participaran en guerras? (rs pág. 265 párr. 3—pág. 266 párr. 3)
*** rs pág. 265 - pág. 266 Neutralidad ***
¿No es verdad que Jehová permitió que el antiguo
Israel participara en guerras?
Jehová mandó al antiguo Israel que guerreara para tomar
posesión de la tierra que él mismo había señalado como
herencia para ellos, y para ejecutar a personas cuyas
prácticas depravadas y desprecio del Dios verdadero
habían hecho que Jehová ya no las considerara dignas de
vivir (Deu. 7:1, 2, 5; 9:5; Lev. 18:24, 25). No obstante, se
mostró misericordia a Rahab y a los gabaonitas porque
demostraron fe en Jehová (Jos. 2:9-13; 9:24-27). En el
pacto de la Ley, Dios estableció reglas para la clase de
guerra que aprobaría, y estipuló excepciones y cómo
debería efectuarse este guerrear. Aquellos conflictos
fueron verdaderamente guerras santas de Jehová. Eso no
es cierto del guerrear carnal de ninguna nación de hoy día.
Al establecerse la congregación cristiana, surgió una
nueva situación. Los cristianos no están bajo la Ley de
Moisés. Los seguidores de Cristo habían de hacer
discípulos de gente de todas las naciones; por eso, con el
tiempo habría adoradores del Dios verdadero en todas
aquellas naciones. Sin embargo, ¿qué motivo impulsa a
tales naciones cuando van a la guerra? ¿Es llevar a cabo
la voluntad del Creador de toda la Tierra, o es adelantar
algún interés nacionalista? Si los cristianos verdaderos de
una nación fueran a guerrear contra otra nación, estarían
peleando contra compañeros de creencia, contra personas
que pedirían ayuda en oración al mismo Dios a quienes
ellos pedirían ayuda. Apropiadamente, Cristo mandó a sus
seguidores que depusieran la espada (Mat. 26:52). Desde
entonces en adelante él mismo, glorificado en los cielos,
llevaría a cabo la ejecución de los que desafiaran al Dios
verdadero y Su voluntad. (2 Tes. 1:6-8; Rev. 19:11-21.)
Respecto a servir en las fuerzas armadas, ¿qué revela
la historia seglar en cuanto a la actitud de los
cristianos primitivos?
―Un repaso cuidadoso de toda la información disponible
demuestra que, hasta el tiempo de Marco Aurelio
[emperador de Roma de 161 a 180 E.C.], ningún cristiano
se hizo soldado; y ningún soldado, después de llegar a ser
cristiano, permaneció en el servicio militar.‖ (The Rise of
Christianity [El desarrollo del cristianismo], Londres, 1947,
E. W. Barnes, pág. 333.)
―Nosotros que nos hallábamos llenos de guerra, y de
matanza mutua, y de toda iniquidad, sí, cada uno de
nosotros, hemos cambiado por toda la Tierra nuestras
armas bélicas —nuestras espadas en rejas de arado, y
nuestras lanzas en herramientas de labranza—, y
cultivamos piedad, justicia, filantropía, fe y esperanza, que
tenemos del Padre Mismo por medio de Aquel que fue
crucificado.‖ (Justino Mártir, en el ―Diálogo con el judío
Trifón‖, siglo II E.C., The Ante-Nicene Fathers [Los padres
de antes del Concilio de Nicea], Grand Rapids, Mich.;
reimpresión de la edición de Edimburgo de 1885,
preparada por A. Roberts y J. Donaldson, tomo I, pág.
254.)
―Rehusaban participar de toda manera activa en el ramo
civil de la administración pública o en la defensa militar del
imperio. [...] era imposible que los cristianos, sin renunciar
a un deber más sagrado, asumieran el carácter de
soldados, de magistrados o de príncipes.‖ (History of
Christianity [Historia del cristianismo], Nueva York, 1891,
Edward Gibbon, págs. 162, 163.)
Núm. 3: ¿Contra dice Ezequiel 18:20 las palabras de Éxodo 20:5?
*** w10 15/3 págs. 28-29 Preguntas de los lectores ***
Ezequiel 18:20 dice que “un hijo mismo no llevará
nada debido al error del padre”, mientras que Éxodo
20:5 señala que Jehová “trae castigo por el error de
padres sobre hijos”. ¿Se trata de una contradicción?
En realidad, estos versículos no se contradicen. Más
bien, el primero recalca que cada uno debe rendir cuentas
de sus actos, mientras que el segundo reconoce que los
pecados de una persona pueden traer consecuencias para
sus descendientes.
El capítulo 18 de Ezequiel da énfasis a la
responsabilidad personal. El versículo 4 dice: ―El alma que
peca... ella misma morirá‖. ¿Y qué pasará con el hombre
―que sea justo y haya ejecutado derecho y justicia‖?
―Seguirá viviendo.‖ (Eze. 18:5, 9.) Por lo tanto, todo el que
tenga uso de razón será juzgado ―según sus caminos‖, o
sea, según su actuación (Eze. 18:30).
El caso de Coré ilustra este principio. Durante la
travesía de Israel por el desierto, este levita llegó a
sentirse insatisfecho con las tareas que realizaba en el
servicio de Jehová y quiso desempeñar las funciones
sacerdotales. Con este fin, él y otros israelitas se
sublevaron contra Moisés y Aarón, los representantes de
Jehová. Por tener la insolencia de aspirar a una posición
que no les correspondía, Jehová les dio muerte (Núm.
16:8-11, 31-33). Sin embargo, los hijos de Coré no se
unieron a la rebelión, de modo que no fueron considerados
responsables del pecado de su padre. Su lealtad a Jehová
les salvó la vida (Núm. 26:10, 11).
¿Cómo debemos entender entonces Éxodo 20:5?
Analicemos el contexto también en este caso.
La advertencia forma parte de los Diez Mandamientos,
que Jehová dio tras haber establecido el pacto de la Ley
con los israelitas. Después de oír sus disposiciones, ellos
declararon: ―Todo lo que Jehová ha hablado estamos
dispuestos a hacerlo‖ (Éxo. 19:5-8). A partir de ese
momento, tuvieron una relación especial con Jehová. Por
ello, las palabras que leemos en Éxodo 20:5 se dirigen en
primer término a la nación en conjunto.
Cuando los israelitas fueron fieles, todos se
beneficiaron y recibieron muchas bendiciones (Lev. 26:3-
8). Por otro lado, cuando le dieron la espalda a Jehová y
cayeron en la idolatría, él les retiró su favor y protección, y
sufrieron una calamidad tras otra (Jue. 2:11-18). Claro
está, también hubo quienes fueron leales a Dios y
obedecieron sus mandamientos a pesar de vivir rodeados
de un pueblo idólatra (1 Rey. 19:14, 18). Aunque es
probable que estos siervos fieles sufrieran ciertas
dificultades debido a la conducta de la nación, no dejaron
de recibir el amor y la bondad de Jehová.
Sin embargo, llegó el punto en que los pecados de los
israelitas fueron tan flagrantes que deshonraban el nombre
divino ante las demás naciones, por lo que Jehová
permitió que los babilonios se los llevaran cautivos.
Obviamente, sufrieron este castigo tanto a nivel individual
como colectivo (Jer. 52:3-11, 27). De hecho, la Biblia
indica que la culpa de la nación fue tan grande que al
menos tres o cuatro generaciones sufrieron por los actos
de aquellos israelitas desobedientes, tal y como había
advertido Éxodo 20:5.
Por otro lado, la Palabra de Dios menciona casos en
los que la mala conducta del cabeza de familia perjudicó a
sus descendientes. Recordemos el ejemplo del sumo
sacerdote Elí, quien mantuvo a sus hijos en el sacerdocio
a pesar de ser unos ―hombres [inmorales] que no servían
para nada‖ (1 Sam. 2:12-16, 22-25). Jehová se indignó al
ver que Elí daba más importancia a sus hijos que a él y
decretó que el cargo de sumo sacerdote dejaría de estar
en manos de su familia. Estas palabras se cumplieron
cuando fue destituido Abiatar, el tataranieto de Elí (1 Sam.
2:29-36; 1 Rey. 2:27). Otro caso que ilustra el principio de
Éxodo 20:5 es el de Guehazí, el servidor de Eliseo.
Abusando de su posición, quiso sacar provecho
económico de la curación milagrosa del general sirio
Naamán. Por ello, Jehová le anunció mediante el profeta:
―La lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu prole hasta
tiempo indefinido‖ (2 Rey. 5:20-27). Como vemos, sus
descendientes también sufrieron las consecuencias de
aquel pecado.
Siendo como es el Creador y el Dador de la vida,
Jehová tiene todo el derecho de determinar en cada caso
cuál es el castigo justo y debido. Los ejemplos anteriores
muestran que las faltas de los padres a veces perjudican a
sus hijos e incluso a generaciones posteriores. Pero
podemos tener la seguridad de que Dios ―oye el clamor de
los afligidos‖ que lo buscan con sinceridad, y les concede
su favor y alivio del sufrimiento (Job 34:28).
La hierba verde se ha secado,la flor se ha marchitado,pero en cuanto a la
palabra de nuestro Dios JEHOVÁ,Durara hasta tiempo indefinido. ISAIAS 40;8
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